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Neycuñan, el último Cacique Gobernador: liderazgo y política en Cuyo a comienzos del siglo XIX, de Martín Vilariño,
Revista TEFROS, Vol. 18, N° 2, artículos originales, julio- diciembre 2020: 101-138. En línea: julio de 2020. ISSN 1669-726X
Cita recomendada:
Vilariño, M., Neycuñan, el último Cacique Gobernador: liderazgo y política en Cuyo a comienzos del siglo XIX, Revista TEFROS, Vol. 18, N° 2, artículos originales, julio-diciembre 2020: 101-138.
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Neycuñan, el último Cacique Gobernador: liderazgo y política en Cuyo a comienzos del siglo XIX
Neycuñan, the last Governor Chief: leadership and politics in Cuyo at the beginning of the 19th century
Neycuñan, o último Cacique Governador: liderança e política em Cuyo no início do século XIX
Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Buenos Aires,
Argentina
Fecha de presentación: 16 de octubre de 2019
Fecha de aceptación: 25 de junio de 2020
RESUMEN
En el siguiente artículo se indaga sobre el accionar del Neycuñan en tanto líder pehuenche que desplegó diversas estrategias para construir su autoridad al interior de las distintas parcialidades indígenas pero que a su vez desplegó distintas políticas diplomáticas hacia los criollos patriotas. Además, se aborda cómo el accionar de este cacique estuvo surcado por el contexto socio-político que atravesó tanto la frontera como “tierra adentro”, al punto de que la muerte de Neycuñan tuvo grandes repercusiones en la vida fronteriza. Esto implicará que indaguemos en la construcción de su liderazgo y su manejo de la diplomacia tanto hacia el interior de las parcialidades pehuenches como hacia los criollos patriotas. A su vez se abordará los alcances que tuvo su agencia política en la frontera de Cuyo y la potencial vinculación de su asesinato con la denominada “Tragedia del Chacay”.
Palabras clave: Neycuñan; pehuenches; cacique gobernador; liderazgo; Mendoza.
ABSTRACT
This article investigates the actions of Neycuñan as the Pehuenche leader who was able to deploy not only various strategies in order to build his authority within the different indigenous groups, but also different diplomatic policies towards the patriotic Creoles. It also addresses how this Chief's actions were marked by the socio-political context that affected both borderland and "inland", to the point that Neycuñan's death had great repercussions in the borders life. This makes the research focus on the construction of his leadership and his management of diplomacy in relation with his Pehuenche biases and with the patriotic Creoles. Moreover, the scope of his political agency on the borders of Cuyo is approached with the potential link between his murder and the so-called “The Tragedy of Chacay”.
Keywords: Neycuñan; pehuenches; governor cacique; leadership; Mendoza.
RESUMO
O artigo investiga as ações de Neycuñan como líder Pehuenche que implantou várias estratégias para construir sua autoridade dentro dos diferentes grupos indígenas, mas que também implantou diferentes políticas diplomáticas em relação aos criollos patriotas. Também, aborda como as ações desse cacique foram atravessadas pelo contexto sociopolítico que atravessava a fronteira e o "interior", a ponto de a morte de Neycuñan ter tido grandes repercussões na vida na fronteira. Isso implicará que investigemos a construção de sua liderança e seu gerenciamento da diplomacia, tanto dentro dos grupos Pehuenche quanto em relação aos criollos patriotas. Por sua vez, será abordado o escopo de sua agência política na fronteira de Cuyo e o possível vínculo entre seu assassinato e a chamada "Tragedia del Chacay".
Palavras-chave: Neycuñan; pehuenches; cacique governador; liderança; Mendoza.
INTRODUCCIÓN
La actuación política de Neycuñan, Cacique Gobernador de las parcialidades pehuenches de Malalhue, fue de gran importancia tanto en relación con los vínculos interétnicos como en las dinámicas fronterizas en la región centro-sur de Cuyo a comienzos del siglo XIX. Este cacique se destacó por construir y legitimar su liderazgo recurriendo a la negociación y el consenso con respecto a sus seguidores, destacándose como uno de los principales intermediarios étnicos entre las distintas parcialidades indígenas y los hispano-criollos. A pesar de su relevancia política y social la figura de este cacique fue escasamente trabajada por la historiografía en comparación a otros líderes indígenas; y cuando se lo ha mencionado se hizo en función de la figura de José de San Martín y los parlamentos entre criollos y pehuenches durante la guerra de independencia.
A raíz de la relevancia política de Neycuñan, el objetivo del presente manuscrito es explorar el papel que jugó en tanto líder pehuenche en las relaciones fronterizas de la región sur de Cuyo, cómo a su vez en las dinámicas políticas y sociales al interior de las parcialidades indígenas. Esto lo haremos tratando no solo de reconstruir su vida y sus lazos familiares sino también sus influencias políticas y su inserción dentro de una amplia red de alianzas inter e intraétnicas en la frontera sur de Mendoza durante la primera mitad del siglo XIX. Más específicamente, nuestro objetivo es centrarnos en la agencia de este líder indígena desde su rol como Cacique Gobernador (1813) hasta su asesinato (1826), así como en las vinculaciones que tuvo este último con el episodio conocido como la “Tragedia del Chacay”1 en 1830.
A nuestro entender, un enfoque metodológico de utilidad para reconstruir y analizar el accionar de Neycuñan es el de la prosopografía, en tanto método que permite un estudio colectivo a partir de las vidas individuales (Stone, 1986, 2011; Ferrari, 2010; Literas y Barbuto, 2017). La prosopografía conlleva una reducción en la escala analítica, haciendo del individuo la unidad en torno a la que se busca y construye la información. Esto permite que a partir del nombre de los sujetos se entretejan redes que los atraviesan y los unen a otros sujetos particulares en términos diacrónicos y sincrónicos (Literas y Barbuto, 2017). En otras palabras, esto implica reconstruir las redes de relaciones sociales en las que los individuos se insertan, perciben el mundo y actúan (Muir, 1991). Con esto queremos decir que el estudio de la vida y el accionar de Neycuñan implica necesariamente que abordemos el análisis tanto del contexto como de las relaciones sociales en las que este cacique estuvo inserto.
A raíz de que Neycuñan no solo se desempeñó como un líder entre los pehuenches, sino que además ocupó el cargo de Cacique Gobernador, creemos que para comprender mejor su accionar en la frontera es conveniente previamente explicar brevemente qué entendemos por “líder indígena” y la constitución de la figura del Cacique Gobernador y su impacto en Cuyo. De seguido reconstruiremos el contexto socio-político de esta región luego de la revolución de mayo de 1810, ya que en él fue donde actuó Neycuñan e implicó, además, un cambio en los agentes fronterizos que actuaron como intermediarios interétnicos en Cuyo. Esto último repercutió en los vínculos mantenidos entre las parcialidades pehuenches y los criollos.
Para dicho artículo se han consultado el Archivo General de la Provincia de Mendoza (AGPM) y el Archivo General de la Nación (AGN), a lo que se le sumó documentación édita. En el AGPM se consultó las carpetas del Periodo Independiente (PI) y del AGN se consultaron principalmente las salas X y VII. Con respecto al tipo de fuentes documentales, se han examinado cartas producidas por los principales actores fronterizos, como los Comandantes de Frontera, del fuerte de San Carlos o intermediarios fronterizos como el Fray Inalicán, entre otros. A raíz del carácter fragmentario de la información referente a la agencia indígena, se trató de ser lo más amplio posible a la hora de consultar la documentación disponible para la frontera de Cuyo durante la época de 1810 a 1830, inspeccionándose censos, informes de hacienda, partes y legajos militares. Hasta el momento no hemos podido localizar documentación redactada por los propios indígenas, siendo su voz rescatada por los agentes fronterizos anteriormente mencionados. En muchas ocasiones estos actores, o sea los criollos, trascriben, o dicen trascribir, lo que los propios indígenas les han transmitido o han hecho. Esta limitación a la hora de recuperar las percepciones de los actores indígenas, en tanto actores que no son evocadores, sino que son evocados (Literas, 2017), ha sido tenida en cuenta a la hora de tratar de reconstruir las dinámicas fronterizas y en “tierra adentro”.
LIDERAZGO INDÍGENA. LA FIGURA DEL CACIQUE GOBERNADOR Y LA CUYO REVOLUCIONARIA
En las últimas décadas, el liderazgo político indígena ha tomado un lugar de creciente importancia en el conjunto de estudios relacionados a Pampa y Patagonia (Bechis, 2008 [1989]; Mandrini, 1992, 1994; Pinto Rodríguez, 1996; Villar y Jiménez, 2003, 2011; Boccara, 2005; de Jong y Ratto, 2008; Néspolo, Cutrera y Morrone, 2009; Vezub, 2009; Tamagnini, Pérez Zavala y Olmedo, 2010; Pérez Zavala y Tamagnini, 2012; de Jong 2016; Literas y Barbuto, 2018, entre otros). Estas investigaciones han enfatizado en el análisis de la constitución de los liderazgos indígenas en diferentes contextos de las fronteras y “tierra adentro”, a lo largo del siglo XIX. Dichos estudios han permitido identificar y analizar los diversos aspectos de la construcción y el ejercicio del liderazgo político al interior de las distintas parcialidades indígenas y su accionar ante la constitución y avance de los Estados hispanos y criollos (Villar y Jiménez, 2011; Literas y Barbuto, 2018). Además, han analizado el vínculo existente entre la construcción del liderazgo y la segmentalidad de la organización socio-política indígena sobre la cual se desplegaron.
A pesar de que durante mucho tiempo perduró la imagen de los caciques como líderes con un gran poder dentro de sociedades homogéneas y con una tendencia a la centralidad política (Mandrini, 1992, 1994), esto fue puesto en duda por una serie de autores, en especial por Martha Bechis (2008). La autora fue pionera al destacar la limitada capacidad que tuvieron los caciques -en tanto líderes de sociedades segmentales, heterogéneas y vinculadas a procesos de fusión-fisión- de imponer su propia voluntad a sus seguidores; por el contrario, el vínculo entre los caciques y sus seguidores requería del consenso. Según este lineamiento, los caciques estuvieron más vinculados al rol de organizadores de información (Bechis, 2008; Vezub, 2009) y al papel de intermediarios étnicos entre las distintas parcialidades indígenas y entre estas y los hispano-criollos (Ratto, 2003a, 2003b, 2005; Néspolo, Cutrera y Morrone, 2009; de Jong, 2008, 2009, 2011, 2016), jugando un papel de importancia “…en el eslabonamiento de redes de alianzas” (Literas y Barbuto, 2018, p. 259) más que en la dirección de forma coercitiva de las acciones de las parcialidades indígenas y sus miembros (Bechis, 2008).
Estos trabajos sobre liderazgo indígena, además, destacan la capacidad de los caciques de reunir y distribuir entre sus seguidores los bienes materiales obtenidos del intercambio con otras parcialidades y con los hispano-criollos, la oratoria, la capacidad de convocar y realizar incursiones militares o la capacidad de los líderes de entablar nexos políticos y/o familiares con otras parcialidades indígenas o los hispano-criollos. En base a los estudios especializados al respecto, muchos de ellos ya referenciados:
…puede considerarse que determinadas competencias políticas, conexiones sociales, pertenencias parentales y posiciones institucionales constituyeron recursos contextualmente significativos: amplitud de la red de parientes en la frontera y ‘tierra adentro’, negociación, adquisición y distribución de raciones y/o sueldos, obtención de rangos en la administración militar, canalización de la mediación interétnica, proximidad -e incluso parentesco- con autoridades estatales, capacidad para comunicarse epistolar y personalmente con ellas, entre otros. En este sentido, la influencia social y política de los caciques fue la puesta en acto de sus posiciones en las redes y relaciones que constituyeron a los espacios fronterizos, mediante la incorporación y el ejercicio de determinados capitales relevantes… (Literas y Barbuto, 2018, p. 267)
En este sentido, la construcción del liderazgo entre los caciques de las Pampas y Patagonia, estuvo ligada a la capacidad de desplegar una serie de capitales tanto simbólicos como materiales adquiridos y acumulados a lo largo de su vida. No obstante, este despliegue estuvo condicionado por el nivel de consenso que podían generar sus opiniones y acciones entre los seguidores.
La región de Cuyo es un campo fecundo para los estudios sobre liderazgo indígena ya que a pesar de la existencia de algunos abordajes específicos (Rusconi, 1961; Jiménez, 1997, 1998 y 2001; León, 1999; Fernández y García, 2018), todavía son escasos en comparación al resto del arco de la frontera sur. Una de las autoras que ha generado avances significativos en torno a este tema ha sido Florencia Roulet (1999-2001, 2002, 2016). Sus trabajos han profundizado tanto en la identificación como en el análisis de las dinámicas políticas de los principales cacicazgos en la región de Cuyo durante el periodo tardo-colonial. También ha indagado en los conflictos políticos, al igual que lo han hecho Leonardo León (1999, 2001) y Daniel Villar y Juan Francisco Jiménez (2000, 2003, 2011), específicamente entre las parcialidades pehuenches de Malalhue y Barbarco y cómo sus principales caciques fueron desplegando estrategias políticas ante esta situación. Con respecto a la región de Neuquén, los análisis sobre el liderazgo indígena se han centrado principalmente en el accionar de Valentín Sayhueque (Vezub, 2002, 2006, 2009,) y de Feliciano Purran (Manara, 2005; Varela y Manara, 2006).
En cuanto a los antecedentes en torno a la figura de Neycuñan podemos mencionar los trabajos de Dionisio Chaca (1964), Rafael Vellettaz (1970), Segura (1970), Meinrado Hux (2007) y María Elizabeth Rustán (2015, 2016). Estos autores han abordado el accionar de este cacique pero sin profundizar ni problematizar demasiado su figura y sus alcances políticos en el mundo fronterizo de la época. En el presente manuscrito pretendemos retomar estos aportes como punto de partida para problematizar los vínculos políticos de Neycuñan tanto “tierra adentro” como en la frontera de Cuyo.
EL CACIQUE GOBERNADOR EN LA FRONTERA
Los caciques, en ocasiones, ocuparon un rol mediador entre las parcialidades de la Araucanía, Cuyo y las Pampas y los hispano-criollos. Estos últimos, sin embargo, intentaron transformar y utilizar a los líderes indígenas para sus propios beneficios, aunque no tuvieron en cuenta que carecían de la capacidad de imponer la coerción entre sus seguidores. Más bien al contrario; los caciques eran líderes cuya legitimidad dependía de la negociación y el consenso. Un ejemplo de esto fue lo acontecido durante el siglo XVIII con la institución del Cacique Gobernador tanto en Chile como en Cuyo.
Este rango político, de tradición chilena, implicó la consolidación y refuerzo de la autoridad de aquellos líderes indígenas que oficiaron de mediadores entre los propios indígenas y los hispanos (Rustán, 2015). Dichos mediadores gozaron de prestigio en sus respectivas parcialidades, lo que llevó a las autoridades chilenas a intentar reforzar su poder. Según Zavala Cepeda (2008), el Cacique Gobernador fue una adaptación de la figura del Apo-Ulmen, Cacique General que regía un Ayllarewe2. Los españoles intentaron transformar esta figura en un líder local al estilo europeo; es decir, una figura que imponía su decisión, autoridad y directivas a sus seguidores, con el fin de que se supedite al poder colonial (ibid.). El objetivo de los españoles con esta estrategia no solo fue eliminar el carácter rizomático (Villar y Jiménez, 2011) de la organización socio-política mapuche, sino que además buscó reforzar la imagen de estos caciques con el fin de erigir una figura dentro de este pueblo a la cual poder dirigir, y así dominar con mayor facilidad, a las distintas parcialidades. A pesar de los múltiples intentos que los españoles llevaron a cabo, no lograron que los caciques ni los Caciques Gobernadores pudieran imponer sus decisiones al interior de sus parcialidades; en otras palabras “…los caciques eran escuchados pero no necesariamente obedecidos” (Zavala Cepeda, 2008, p. 268).
La figura del Cacique Gobernador tuvo un papel de importancia en las relaciones interétnicas y en el mundo fronterizo durante los acontecimientos políticos que se vivieron en la región de Cuyo durante la segunda mitad del siglo XVIII. Esta institución se afianzó en la zona con Ancanamun (Rustán, 2015) y estuvo sujeta a las tensiones propias de las construcciones de liderazgo entre los indígenas de Pampa-Patagonia-Araucanía. A lo largo de los años la construcción, el despliegue y el traspaso de este cargo político estuvo atravesado por conflictos interétnicos, mostrando cómo este tipo de liderazgo requería consenso y legitimidad por parte de los caciques y capitanejos que lo seguían. Al respecto se puede observar que, si bien los españoles intentaron imponer el cargo del Cacique Gobernador entre los indígenas de Cuyo, estos lo aceptaron y utilizaron parcialmente, siempre y cuando les diera algún tipo de beneficio, resquebrajando así la función que tenía para los españoles el Cacique Gobernador como un líder que ejercía coerción sobre sus seguidores, imponiendo su voluntad y decisiones sobre la totalidad de las parcialidades de modo relativamente unilateral.
El levantamiento indígena en 1766 al oeste de los Andes desembocó, entre otras cosas, en un conflicto entre las parcialidades pehuenches que respondían a Ancanamun y las huilliches que lo hacían a Llanquetur (León, 2001; Roulet, 2002, 2016; Villalobos, 1989). El enfrentamiento afectó tanto las regiones chilenas de la Isla de la Laja como las del norte neuquino y de la frontera sur de Cuyo, en especial cuando Ancanamun se asentó en la zona de El Campanario (junto al paso del boquete Maule / Pehuenche, sitios ubicados en el actual departamento mendocino de Malargüe). Al asentarse allí, el cacique pehuenche desarrolló su guerra contra los huilliches pero también sobre los asentamientos hispanos ubicados en la frontera sur de Cuyo. Por aquel entonces esta frontera estaba bajo la tutela de José de Amigorena, quien más tarde se convertiría en el Comandante de Frontera y Armas de Mendoza3 (Roulet, 1999-2001, 2002, 2004, 2016). Luego de una serie de campañas militares contras las tolderías pehuenches, Amigorena logró establecer las paces con Ancanamun, nombrándolo en 1783 como el Cacique Gobernador de Malalhue4.
El conflicto entre Ancanamun y Llanquetur llevó a que el segundo emprenda, en 1787, un ataque sobre las tolderías del primero. Dicho ataque coincidió con un brote de viruela que asolaba a las parcialidades del sur de Mendoza, lo que dio por resultado la muerte de numerosos indígenas, entre ellos Ancanamun. Esta situación de indefensión por parte de los pehuenches mendocinos fue aprovechada por Llanquetur para infringirles un gran daño al llevarse ganado y cautivos (Morales Guiñazú, 1938; León, 2001; Roulet, 2002, 2016). Este evento estuvo inscripto dentro de un tautulun, o sea un ciclo de venganzas regidas por el Ad Mapu (Jiménez, Alioto y Villar, 2018), el cual tuvo origen varios años atrás cuando Llanquetur asesinó al padre de Ancanamun (siendo el mismo ciclo continuado e intensificado cuando Ancanamun asesinó hacia 1785 a Creyo, yerno de Payllatur. Cabe aclarar que Payllatur fue hermano de Llanquetur). El cargo de Cacique Gobernador de Malalhue pasó a Pichintur, hermano del cacique difunto. Pichintur mantuvo la alianza con los españoles de Mendoza y con las parcialidades pehuenches de Barbarco (norte neuquino), de las cuales el Cacique Principal era su primo Currilipi. Con esta alianza, Pichintur buscó llevar la guerra contra el enemigo de su hermano. Finalmente, la muerte a Llanquetur llegó en 1792 a manos de un grupo de pehuenches dirigidos por Puelamanc.
Luego de que la amenaza de los huilliches fuera eliminada, se desató una guerra al interior de los pehuenches, enfrentándose las parcialidades de Barbarco bajo la dirección de Rayguan y la de Malalhue, dirigida por Pichintur. El conflicto comenzó por la muerte en 1795 de Canihuan, hermano de Ancanamun y Pichintur, en los toldos de su cuñado Rayguán (Roulet, 2016). Este último fue acusado por Pinchintur de ser un kalcu (brujo) y lo atacó. Esto dio inicio al conflicto entre las parcialidades de Malalhue y la de Barbarco, teniendo como resultado la muerte de Pichintur y la sucesión en el cargo de Cacique Gobernador de Malalhue de su sobrino, e hijo de Ancanamun, Millaguin5. Este último, finalmente, vengó la muerte de su tío atacando la parcialidad de Barbarco y matando a Rayguan (Roulet, 2002). Esta acción llevada adelante por Millaguin, ya ejerciendo el cargo de Cacique Gobernador de Malalhue, lejos de dar por terminada la guerra entre estas parcialidades no hizo más que incrementarla.
En virtud de la repercusión de este conflicto en la vida cotidiana de las fronteras, los hispanos de Chile como de Cuyo tomaron una activa participación apoyando a una u otra parcialidad. Al ver que la creciente conflictividad “tierra adentro” y en la frontera en lugar de aminorar fue incrementando en intensidad y que esto lejos de beneficiarlos los estaba perjudicando, los españoles a ambos lados de la Cordillera de los Andes decidieron empujar a las parcialidades pehuenches en disputa a un acuerdo de paz. Los indígenas de Barbarco, apoyados por los españoles de Chile, accedieron a firmar el tratado, mientras que un grupo encabezado por Millaguin, apoyado por los mendocinos, se negaron. Esto llevó a que las autoridades chilenas reprendieran a Amigorena y este a su vez, en 1798, amonestara al Cacique Gobernador de Malalhue y lo destituyera de su cargo, poniendo en su lugar a Pichicolemilla6 (Roulet, 1999-2001, 2002). Amigorena pudo hacer esto gracias a que por un lado era una figura estimada y con un cierto grado de ascendencia entre los pehuenches (Roulet, 2002) y porque la decisión fue avalada por el resto de los caciques. Esto último puede entenderse como una estrategia de los caciques para evitar el surgimiento de conflictos al interior de las parcialidades.
Tanto el accionar de los Caciques Gobernadores, como a su vez el grado de participación que tenían los funcionarios españoles en asuntos internos de la política de las parcialidades pehuenches, estuvo limitado por las decisiones de los distintos caciques y capitanejos. Esto implicó que constantemente se recurriera a la negociación para buscar acuerdos entre los distintos actores políticos. Pichicolemilla fue un cacique que no solo tuvo vínculos con las parcialidades pehuenches del norte neuquino, sino que, además, no pertenecía a la familia de Ancanamun (Roulet, 2002), el primer Cacique Gobernador de Malalhue. Lo interesante de este hecho es que si bien Amigorena destituyó a Millaguin del cargo de Cacique Gobernador por negarse a firmar las paces con las parcialidades de Barbarco, poniendo en su lugar a Pichicolemilla, este lo pudo hacer por el apoyo a esta decisión por parte de los demás caciques de Malalhue; al punto de que Roulet (2004) y Rustán (2015) propusieron que estos caciques “utilizaron” a Amigorena para desplazar a Millaguin y no tener conflictos entre sí. Esto fue muestra de que Millaguin no contaba con el apoyo de sus seguidores por las decisiones que había tomado -en especial la de seguir la guerra contra los pehuenches de Barbarco- y que para constituirse en líderes los caciques tenían que contar con el apoyo y consenso de sus seguidores, apoyo con el cual contaba para aquel momento Pichicolemilla.
En definitiva, siguiendo lo sugerido por Zavala Cepeda (2008), la acción del Cacique Gobernador estuvo tensionada por dos lógicas distintas pero que dialogaban entre sí. Por un lado, la lógica interna de las propias parcialidades. Hacia el interior de estos grupos esta figura seguramente seguía siendo la del Apu-Ulmen, la cual era interpelada por las decisiones y opiniones de los caciques y capitanejos que lo seguían. Por el otro lado, fue tensionada por la lógica española que presionaba al Cacique Gobernador para que se subsumiera al poder estatal y así impusiera las necesidades de la institución colonial al interior de las parcialidades.
CAMBIOS POLÍTICOS Y SOCIALES EN LA SOCIEDAD HISPANO-CRIOLLA DE CUYO (1810-1830)
La construcción del liderazgo del Cacique Gobernador entre los pehuenches de Malalhue estuvo atravesada por los conflictos que vivenció en aquel momento la sociedad hispano-criolla. El movimiento patriota que se rebeló contra el poder colonial en el Río de la Plata constituyó el primer gobierno patrio a manos de los criollos el 25 de mayo de 1810. Rápidamente trataron de expandir el movimiento revolucionario al resto de las regiones del antiguo Virreinato del Río de la Plata. Una de las regiones que se acopló a este movimiento fue Cuyo.
La adhesión al movimiento revolucionario implicó cambios en el carácter jurídico-institucional de la región (en 1813 por disposición del Triunvirato del Río de la Plata se conformó la Provincia de Mendoza, dirigida por un Gobernador Intendente, pero dependiente del Gobernador de Córdoba) y en los funcionarios estatales de Cuyo, tanto los ubicados en la ciudad de Mendoza como los situados en la frontera. Aquellos funcionarios que siguieron en sus puestos lo hicieron porque adhirieron a la causa patriota, como por ejemplo el cura Francisco Inalican (de origen araucano), quien se desempeñaba como cura conversor en la frontera (Pelagatti, 2006). Durante el periodo que San Martín actuó como el principal responsable político y militar de Cuyo (1814-1817), recurrió a estos agentes para mantener un vínculo estrecho y pacífico con los principales líderes indígenas, entre ellos Neycuñan, Millaguin y Pañichiñe. Esta situación hizo que los principales funcionarios estatales y el propio San Martín tuvieran que mediar en conflictos que surgían entre indígenas y criollos, tomando en muchas ocasiones partido por los primeros.
A pesar de que se produjeron cambios en la sociedad hispano-criolla, estos no necesariamente repercutieron inmediatamente en los vínculos entablados con los indígenas. Si bien los principales cargos estatales vinculados a las relaciones diplomáticas fronterizas (Comandante de Frontera o Comandantes de los fuertes de San Carlos o San Rafael) estuvieron en manos de sujetos vinculados en algún grado con las funciones político-militares del Estado colonial, a partir del proceso revolucionario comenzaron a surgir funcionarios públicos de segundo orden en torno a las relaciones diplomáticas. Estos nuevos cargos, como por ejemplo jueces pedáneos o decuriones (de Driollet, 2004; Molina, 2007, 2008, 2010), fueron ocupados por sujetos vinculados a los grupos de hacendados y comerciantes y con el tiempo, hacia la década de 1820, paulatinamente comenzaron a ocupar los principales puestos dentro de la estructura estatal. Dicha situación implicó que hacia comienzos de los años 20 comenzaran a plantear e implementar una política menos diplomática hacia las parcialidades indígenas con respecto al periodo ocupado por José de San Martín, planteando en varias ocasiones la necesidad de avances militares sobre los territorios indígenas del sur. No obstante, durante la primera década del periodo revolucionario, en especial cuando San Martín asumió la dirección política y militar de Cuyo, estos cambios no se hicieron notorios. Esto se debió a que por un lado se trató de mantener las relaciones pacíficas con los indígenas vigentes desde finales del periodo colonial; y por otro, se mantuvieron algunas instituciones coloniales (como por ejemplo el Cabildo, el Comandante de Frontera o el Cacique Gobernador) adaptándolas según la necesidad de los nuevos sectores que disputaban el poder. Si bien la figura del Cacique Gobernador sobrevivió a los efectos más inmediatos del estallido revolucionario de 1810, sus características cambiaron paulatinamente. Este dejó de ser a nuestro entender, según la lógica hispano-criolla, el nexo exclusivo entre los funcionarios estatales y las parcialidades. A partir de 1810 el Cacique Gobernador no fue más el único ni el principal interlocutor aceptado por las autoridades criollas para negociar, pasando a ser uno más de los tantos interlocutores válidos en las negociaciones fronterizas. Entendemos que el debilitamiento del rol del Cacique Gobernador como principal agente intermediario se debió a los cambios producidos en las estructuras de gobierno de los criollos, a la par de que respondió a una estrategia de los patriotas para fortalecer los lazos con las distintas parcialidades indígenas sin tener que depender de un solo intermediario. Esto dio pie a que surjan otros actores como interlocutores válidos ante los patriotas, agentes que ya tenían peso en el mundo indígena durante el periodo colonial, como puede ser Millaguin (hijo de Ancanamún y sobrino de Pichintur) o Pañichiñe (hijo de Roco, un reconocido cacique durante el periodo colonial).
Durante la transición del periodo colonial al periodo republicano y a pesar de los cambios mencionados, a nuestro entender las relaciones cotidianas entre indígenas e hispano-criollos no se vieron afectadas de forma tajante, sino que fueron transformaciones que se produjeron paulatinamente. Esto se puede apreciar en los constantes flujos que los primeros mantuvieron con la ciudad de Mendoza y los puestos fronterizos. Entre 1804 y finales de 1810 se registró una cantidad aproximada de noventa y nueve visitas de “indios amigos” a Mendoza con el fin de comerciar o recibir raciones y/o regalos, lo que implicó flujos de personas desde “tierra adentro” hasta dicha ciudad de aproximadamente mil indígenas en un lapso de seis años7. Como se adelantó, durante los primeros años se observa que los criollos patriotas continuaron ciertas prácticas fronterizas que propiciaron el trato pacífico con los indígenas de la frontera sur, al punto que en 1812 las nuevas autoridades mendocinas convocaron a un parlamento con las parcialidades pehuenches y puelches del centro-sur cuyano con el fin de buscar un apoyo por parte de los indígenas a la causa patriota. Los criollos fueron representados por Alejo Nazarre, quien en aquel momento se desempeñaba como Ministro de la Real Hacienda (Zinny, 1987), mientras que por parte de los indígenas asistieron 46 líderes entre caciques y capitanejos, destacándose en la nómina Colemilla y Neycuñan, ambos representados como caciques pehuenches. Según lo documentado por la Gaceta de Buenos Aires, este resultado fue positivo, ya que los indígenas acordaron colaborar con los patriotas8.
A nuestro entender los tratos pacíficos no solo continuaron, sino que además tomaron un mayor impulso con la llegada a Cuyo de José de San Martín. Si bien la principal preocupación de San Martín fue la creación de un ejército patriota capaz de vencer a las fuerzas españolas asentadas tanto en Chile como en Perú, no dejó de darle importancia a las relaciones fronterizas con las distintas parcialidades indígenas. Desde un comienzo se mostró atento a lo que acontecía en la frontera, sirviéndose de los consejos y del accionar de los principales funcionarios estatales vinculados a ella (como el Comandante de Frontera, el Comandante del fuerte de San Carlos y el fray Inalican), al punto de aprender rápidamente y a pesar de no ser oriundo de Mendoza, los protocolos que regían las relaciones interétnicas. Además, logró un cierto grado de ascendencia entre los principales líderes indígenas, en especial en Neycuñan. Esto último se puede apreciar, por ejemplo, en que el Cacique Gobernador en 1819 lo seguía evocando a San Martín en problemas fronterizos cuando este último ya no tenía injerencia directa sobre estos asuntos, como se puede apreciar en una carta en donde “…El Cacique Govor. da expresiones a VS. y al señor general San Martín: y el cacique Panichiñe, dijo qe. echo mui bien VS. de darle la noticia del sujeto, qe. solo asi pueden ellos saber las cosas del Gobierno”9.
Cuando José de San Martín asumió como Intendente Gobernador de Cuyo a mediados de 1814 (Galasso, 2007; Bragoni, 2010) tomó mayor vigor la idea de mantener y fomentar las relaciones pacíficas con las parcialidades indígenas; hecho que comenzó a declinar hacia comienzos de 1820, cuando se produjo un alzamiento político-militar en San Juan contra San Martín y sus aliados en Mendoza. Durante esta etapa San Martín se abocó en construir una cierta estabilidad política en la región, necesaria para enfrentar la amenaza española en Chile. Esta estabilidad es denominada por algunas autoras como “pax sanmartiniana” (Bragoni, 2005, 2008) o “la unidad eficiente sanmartiniana” (Molina, 2015) e influyó en la búsqueda y refuerzo de los vínculos diplomáticos, muchos de ellos ya preexistentes, con los principales líderes indígenas de la frontera sur. Durante esta época el cargo de Comandante de Frontera fue ocupado por José de Susso y el de Comandante del fuerte de San Carlos por José León Lemos, quien a su vez desempeñó el cargo de Capitán de Amigos. En estos seis años de dirección política de San Martín en Mendoza, los funcionarios estatales trataron de impulsar una política pacífica hacia los indígenas del sur que tuvo una buena acogida “tierra adentro”. No obstante estos intentos, existieron también momentos de tensión y numerosas rispideces, en especial entre indígenas y hacendados y comerciantes hispano-criollos, como por ejemplo conflictos en torno al traslado de soldados, presencias de posibles agentes realistas en las tolderías, saqueo de sepulturas, conflictos por tierras o robos de las tolderías por parte de los criollos, entre otros. Fue en estos momentos de tensión en donde actuaron los “mediadores diplomáticos” (Barbuto, 2016), ya sean indígenas y/o criollos, para evitar que dichos desencuentros se profundizaran.
Hacia la segunda década del S. XIX, en paralelo a la campaña militar de San Martín contra las fuerzas realistas asentadas en Perú, se comenzó a gestar una serie de conflictos al interior de la sociedad criolla que repercutieron y atravesaron las relaciones interétnicas. El levantamiento político-militar en San Juan no solo produjo el proceso de provincialización, separando la gobernación de Mendoza en tres provincias distintas (Mendoza, San Luis y San Juan) sino que además dio inicio a los primeros enfrentamientos en la región entre partidarios federales y unitarios (Bragoni, 2005, 2008), los cuales continuarán a lo largo de la década. En paralelo a ello, en esta década actuaron distintos caudillos como Miguel Carrera o los hermanos Pincheira. Todo este panorama impactó en las relaciones fronterizas y en los vínculos que los distintos sectores criollos mantuvieron con las parcialidades indígenas, ya sea tratando de ganarse su alianza, la búsqueda de comercio o intentando avanzar militarmente sobre sus territorios.
NEYCUÑAN, LÍDER DE LOS PEHUENCHES DE MALALHUE
Si bien durante la primera década del periodo revolucionario en Cuyo se vivió una relativa estabilidad política, las sociedades criolla e indígena estuvieron atravesadas por las tensiones del avance realista en Chile. En cambio, durante la década de 1820, si bien los españoles dejaron de presentar una amenaza, se produjo un aumento en la conflictividad al interior de la sociedad criolla a causa de distintos levantamientos militares, el enfrentamiento entre federales y unitarios y el accionar de distintos caudillos. Es durante estos contextos políticos desarrollados entre 1810 y 1830 que se desplegó la agencia política de Neycuñan. A lo largo de este apartado se abordarán distintos aspectos del accionar y el liderazgo de este cacique: su emergencia como líder en el interior de las parcialidades pehuenches, el vínculo que mantuvo con sus seguidores, distintos episodios en que actuó como intermediario étnico y su liderazgo en tanto capacidad de movilización política-militar. Esto nos servirá para tener una mayor comprensión, cuando lo abordemos más adelante, de cómo su asesinato en 1826 movilizó una red parental construida en torno a su figura y que tuvo una gran repercusión en la política fronteriza. En cuanto a otras características propias de los líderes indígenas, como su capacidad de oratoria, de redistribuir bienes o su capacidad de manejar y centralizar información, estas son escasamente referenciadas en la documentación trabajada, por lo cual nos fue dificultoso trabajarlas en detalle.
Como se adelantó, la primera referencia que tenemos de Neycuñan es en una nómina de caciques y capitanejos que participaron del parlamento entre distintas parcialidades y los criollos en abril de 1812. En este listado Neycuñan aparece bajo la categoría de “cacique” al igual que Pichicolemilla. Esto nos permite suponer que en aquel momento el primero respondía políticamente al segundo. Lamentablemente, la documentación no ofrece mucha más información a excepción de esta nómina de participantes y la arenga que realizó Alejo Nazarre en representación de los patriotas mendocinos. A Neycuñan lo volvemos a encontrar al año siguiente, pero ahora bajo el título de Cacique Gobernador o simplemente “Gobernador” de los pehuenches (Chaca, 1964):
A las once del dia de ayer, dos del corriente, llegó a este fuerte un indio llamado Calbucal, que viene a vender varias cosas y salió del Río de Sn. Pedro hasen sinco días y medio preguntándole entre otras cosas por la partida que había llevado el Gobernador Ñacuñán …10 (Chaca, 1964, p.123)
En esta mención podemos intuir que en algún momento entre abril de 1812 y abril de 1813 se produjo un cambio en el cargo de la figura del Cacique Gobernador, pasando de Pichicolemilla a Neycuñan11. Ante la total ausencia de información con respecto a este suceso -y a raíz de que no encontramos documentación que registre o mencione este evento por parte de los criollos-, podemos suponer que este cambio fue un proceso al interior de los pehuenche en donde no existió -al contrario del periodo colonial en donde sí existía intrusión del Estado hispano- injerencia de las autoridades criollas de Mendoza. Por otro lado, carecemos de información de que hubiera existido algún tipo de conflicto entre los indígenas “tierra adentro” durante este año, por lo que suponemos que el cambio en el liderazgo de las parcialidades de Malalhue fue relativamente pacífico y consensuado por los caciques y capitanejos. Pichicolemilla aparecerá en años venideros no solo bajo el nombre de Colemilla, sino que además lo hace bajo la figura de cacique y capitanejo, ocupando un papel de intermediario fronterizo. Esto nos ayuda a pensar de que el traspaso del cargo del Cacique Gobernador fue de índole pacífica y consensuada, lo que nos da pie a preguntarnos por los motivos que pudieron llevar tanto a los caciques pehuenches como el propio Pichicolemilla al traspaso del cargo a Neycuñán. Lamentablemente, no tenemos la suficiente información para responder esta incógnita, pero como hipótesis podemos sugerir que Neycuñán era para el momento un cacique de renombre al interior de los pehuenches, tanto de Malalhue como de Barbarco. Los demás caciques pudieron considerarlo como un ülmen y el más adecuado para ejercer el cargo de Cacique Gobernador por ser el sujeto que más se adecuaba al nuevo contexto político y social por el cual atravesaban sus interlocutores criollos. En otras palabras, podemos decir que los caciques pehuenches eligieron para que los representara a una persona capaz de ejercer de forma efectiva el rol de interlocutor / intermediario entre ellos y un nuevo agente criollo que atravesaba por la coyuntura revolucionaria. En cuanto al origen de Neycuñan notamos una notoria ausencia en la documentación que vincula a pehuenches de Malalhue y a mendocinos. Esto nos podría estar sugiriendo que pudo haber migrado para esta época de Chile o del norte de Neuquén.
Además del momento, los motivos y en qué forma Neycuñan accedió al cargo de Cacique Gobernador de las parcialidades pehuenches de Malalhue o su procedencia, otro aspecto poco claro son sus vínculos familiares. Lo que sabemos está relacionado a algunos escasos lazos familiares, como los que mantuvo con Raigue y Llancamilla. Hasta el momento en la información consultada solo pudimos encontrar que el cacique Raigue era “primo hermano” suyo, mientras que Vellettaz (1970) sostiene que era hermano de Llancamilla/Llancan (Hux, 2007). Ambos caciques estuvieron ligados a las parcialidades asentadas en el norte de Neuquén, lo que a su vez nos sugiere la hipótesis de que Neycuñan provenía de esta región y que tuvo fuertes vínculos con las parcialidades asentadas en esta zona. Dicha idea es reforzada por la influencia territorial que tenía su liderazgo, la cual llegaba desde las tolderías de Yanquetruz -que podemos suponer que se encontraban asentadas hacia el este en las cercanías del cerro Limen Mahuida y del Chadileuvú- hasta el boquete de Antuco12, pasando por los territorios de Malalhue -lugar en donde los criollos ubican en varias ocasiones sus tolderías13- y el cerro Campanario14.
Neycuñan tuvo un activo papel político y social en la frontera y al interior de la sociedad pehuenche, destacándose su papel de intermediario y moderador en los vínculos intra e interétnicos. Durante las gobernaciones de José de San Martín y Toribio Luzuriaga, esto es desde 1814 a principios de 1820, el cacique se mostró como un importante aliado de los patriotas mendocinos, a pesar de que no todos los caciques respondieran igual que él a este vínculo con los criollos. Un ejemplo de esto último puede ser los conflictos que giraron en torno a las discrepancias que los patriotas mantuvieron con Pañichiñe y Cuayanao o en torno a la captura del General realista Agustín Huici -aspectos que abordaremos más adelante-. Estas posturas disímiles de los distintos caciques por momentos produjeron rispideces tanto en la frontera como “tierra adentro”. Fue en estas ocasiones de tensión y conflictos en donde se activó y reforzó su papel de moderador de los vínculos y relaciones sociales. Durante los parlamentos de 1814 y 1816 convocados por José de San Martín, Neycuñan participó en ambos convocando a varios caciques15 que respondían a su llamado, visibilizando su poder de convocatoria.
También observamos su cercanía política en favor de los patriotas y su papel de mediador étnico e intra-étnico en cuatro situaciones que generaron momentos de tensión entre los indígenas y los patriotas: 1) el castigo por parte de los patriotas a soldados del fuerte de San Rafael; 2) la presencia de españoles realistas en tolderías pehuenches y la sospecha de una posible alianza; 3) la captura del Coronel Agustín Huici; 4) el saqueo de sepulturas indígenas por parte de comerciantes criollos.
Con respecto al primer caso, hacia fines de 1813 surgió un conflicto en torno a unos soldados, que a nuestro entender eran indígenas o que tenían algún tipo de vínculo parental con ellos, asentados en el fuerte de San Rafael. Estos soldados al ser trasladados de este fuerte a otra zona -las fuentes no especifican hacia donde fueron trasladados- se fugaron. Este hecho generó inquietud entre los indígenas, entre los que se encontraban algunos caciques, ya que se había dado la orden de que fueran fusilados al ser capturados. Ante dicha situación Neycuñan intervino junto a Millaguin; envió al capitanejo Lemunahuel al fuerte de San Carlos para mediar entre los soldados fugados, las familias de estos, los miembros de las parcialidades de San Rafael y Alejo Nazarre, Gobernador Intendente de Cuyo en aquel momento16. Suponemos que estos soldados tenían algún tipo de vínculo parental, si no es que eran indígenas, a raíz de que por momentos se hace referencia como “sus hermanos los soldados” o “los soldados sus hermanos desgaritados”:
Son suplicas de mis Paysanos el cacique Manuel Goyco, Vicente Goyco, Curiñan y la cacica Da Maria Josefa Roco: y Lemunahuel capitanejo del Governador Ñeicuñam, que há venida á este fuerte para publicarle a Vd un favor: y dice: que ha sido embiado de su gobernador Ñeicuñam, y del Cacique Millaguiñ, quienes mandan a decir, que han llegado á sus noticias, que á todos los soldados los habían llevado con engaño al Pueblo, y los que habían fugado: pillados, que fuesen les habian de quitar la vida… que los perdones por esta vez… supiese Vd. La intersección que hacen por sus hermanos los soldados; y que sean restituidos a sus destinos, principalmente a los casados…es el motivo por que se han costeado a presentarse á este frente a este fuerte, para empeñarse por los soldados sus hermanos desgaritados, y que por esta ocacion les concedan el perdón a todos…17
Lo llamativo es la importancia que adquiere este traslado de los soldados a tal punto que intervienen como mediadores Neycuñan y Millaguin, dos de los principales líderes indígenas. En la documentación analizada no pudimos dar con el desenlace de este conflicto, pero sabemos que duró varios meses.
El segundo caso alude a la sospecha de una posible alianza entre realistas y pehuenches a partir de la presencia de españoles en las tolderías indígenas. El punto de partida nos lleva a enero de 1815 cuando un grupo de criollos atravesó el paso del Planchón desde Chile para dialogar con José de San Martín, pero fueron atacados y apresados por indígenas que respondían al cacique Pañichiñe. Simultáneamente los funcionarios mendocinos recibieron la noticia de que en los toldos de Cuyanao, capitanejo que respondía a Pañichiñe, había emisarios de Mariano Osorio18. Esto generó un gran malestar entre los criollos mendocinos, quienes inmediatamente acudieron a Neycuñan y a Millaguin (Rustán, 2016) para que intervinieran ante Pañichiñe19 y cambiase su actitud ante los españoles20. Si bien Neycuñan como Millaguin intervinieron para aquietar los ánimos de los mendocinos, ambos temieron que sus vínculos políticos y económicos fueran perjudicados por el accionar de Pañichiñe y Cuyanao. Es por este motivo que enviaron mensajeros (ibid.) al fuerte de San Carlos para evaluar el clima entre los criollos y ver si podían ir hasta allí a negociar el intercambio de bienes21. La preocupación de Neycuñan y Millaguin residió principalmente en que el accionar de Pañichiñe y Cuyanao afectaba las relaciones diplomáticas que habían establecido a partir de 1812 -reforzadas en el parlamento de 1814-, y se deteriorasen los vínculos políticos y comerciales con los criollos patriotas de Mendoza. Esto se puede apreciar en una carta enviada por José de Susso, Comandante de Frontera, a José de San Martín, en donde expresa:
Como el Govor. Neycuñan, y demas casiques, nos suponen agraviados pr. el echo de Cuyánaú… han tomado la deliveracion de indagar el animo del Govno. asia ellos. Por esta causa creo yo, manda Neycuñan al moseton Marícur-ra… Igualmte. solicita saver, si puede vajar a essa Capl. asus negociaciones pr. qe. los caminos a Chile (disen ellos) les estan negados pr. ser nuestros aliados… Iguamente manda su comisionado Millaguin qe. es Goyco Jose…22
Con respecto al tercer caso, a comienzos de 1816, el Coronel realista Agustín Huici escapó de su prisión en el fuerte de Santa Catalina ubicado en Río Cuarto, siendo su objetivo dirigirse a Chile para unirse a las fuerzas del Ejército español allí emplazadas. Esto implicó una gran preocupación para todos los patriotas, en especial para los de Mendoza, al punto que José de San Martín le indicó al Comandante de Frontera que buscara la ayuda de los indígenas para la captura de este líder realista. Para ello lo autorizó a ofrecerle “…cuantos premios y gratificaciones le dicte su prudencia para que cooperen activamente en esta captura”23. Es interesante destacar que Huici fue capturado en las tolderías de Colemilla24, antiguo Cacique Gobernador de los pehuenches, el cual ahora ejercía el cargo de cacique y que respondía al liderazgo de Neycuñan.
…ha llegado a esta mi Asienda el Capitanejo Colimilla de la Nacion Peguenche acompañado de cuatro mocetones y me dice qe. siendo su resida. en las frentes del Cerro nevado en la costa y Rivera del Rio Latuel, al acavar la Luna pasada llegaran allí nuebe individuos Españoles con el destino de pasar a Chile a la ciudad de Talca, y qe. a estos les condujo htco. aquel punto un Cacique llamado Carripilun…25
A pesar de haber sido capturado ahí, el General realista fue trasladado a los toldos de Neycuñan26 y entregado por éste a los patriotas. La recompensa fue entregada meses después durante el parlamento realizado en septiembre de 1816. Si bien no hay muchos registros de este hecho, la correspondencia entre el Comandante del fuerte de San Carlos y el gobernador mendocino27 sugiere que la recompensa (cuatrocientas cabezas de ganado) fue entregada a Neycuñan28. Podemos hipotetizar que estas cabezas de ganado fueron distribuidas al interior de las parcialidades. Esta distribución la suponemos a partir de que en la captura participaron distintos caciques y que, además, dicho evento se produjo en los toldos de Colemilla para después remitir al realista apresado a los toldos de Neycuñan y ser entregado a los patriotas. Estos aspectos nos hacen suponer que la captura del Coronel realista fue producto de la participación colectiva de varios líderes indígenas, actuando una vasta red de relaciones sociales, lo que a su vez conllevó la distribución de la recompensa obtenida entre los distintos participantes. Fue en ese contexto de la captura del Coronel Huici y los momentos previos al ataque a Chile por parte de San Martín y su ejército en que se produjo el parlamento de 1816.
El robo de dos “sepulturas” indígenas a mediados de 1818 (Rustán, 2016) es el cuarto episodio en el que podemos observar el papel de mediador del Cacique Gobernador Neycuñan en las dinámicas de frontera. Este hecho, provocado por comerciantes criollos, generó gran malestar entre los indígenas de la parcialidad de Malalhue e implicó que los funcionarios estatales de Mendoza intervinieran activamente, al punto de activar los mecanismos jurídicos y legales correspondientes para castigar a los responsables. El resultado fue una causa judicial contra los que cometieron el hecho y un legajo en donde se dejó constancia de todo el proceso y las declaraciones de los principales acusados. Como explica Rustán (ibid.) los expedientes judiciales fueron en muchas ocasiones una manifestación de las distintas esferas de negociación fronterizas. Esto se puede observar en el expediente relacionado al saqueo de las sepulturas indígenas por parte de comerciantes criollos. Según consta en dicho documento, el evento ocurrió a fines de 1818. El comerciante Manuel Poblet llegó al fuerte de San Carlos y denunció que los indígenas le habían sacado, tanto a él como a sus peones, sus caballos y otras pertenencias. En el relato de Poblet, además, se agrega que los indígenas habían descubierto la profanación de dos tumbas, de las cuales se habían extraído diversas prendas por parte de los profanadores. Ante esto fueron a interceptarlos y señalaron como culpable de tal acto a José Mandoca, uno de los peones de Manuel Poblet. Esta situación implicó que Toribio Luzuriaga, para aquel momento Gobernador de Cuyo y sucesor de San Martín en el cargo, ordenara apresar a Mandoca y abrir una investigación sobre lo ocurrido. Uno de los principales testigos en la causa judicial fue el comerciante Pedro Soto, quien al momento del robo de las sepulturas se encontraba comerciando “tierra adentro”. En su declaración, Soto manifestó que él se encontraba asentado en las cercanías de las tolderías de Neycuñan y explicó que apenas ocurrido el hecho fue llamado por el Cacique Gobernador para que fuera a buscar a Manuel Poblet, porque este había saqueado sepulturas de mocetones muertos recientemente. Además, el Cacique le ordenó a Soto que cuando estuviera frente a Poblet -quien se encontraba asentado en las cercanías de las tolderías de Millaguin- le quitase las prendas robadas de los enterratorios y que lo hiciera rápido porque “…todos sus mocetones estaban resueltos à hirles a quemar vibos conforme ala costumbres de ellos”29. Soto siguió lo ordenado por Neycuñan, siendo acompañado por un cacique y ocho guerreros. En este hecho se puede ver como el Cacique Gobernador tuvo que mediar entre los criollos que se encontraban comerciando en tierra adentro y que habían cometido una falta grave según los “protocolos de tierra adentro” (Roulet, 2016) y sus seguidores que pretendían hacer pagar la falta de los criollos mediante la muerte. Por otro lado, suponemos que Neycuñan intervino para que los indígenas no asesinasen a los ladrones, ya que esta acción habría implicado un impacto negativo en las relaciones diplomáticas con los criollos.
Más allá de estos cuatro casos específicos en donde Neycuñan ejerció su liderazgo en tanto intermediario étnico, también se puede entender a dicho cacique como un líder capaz de convocar y movilizar fuerzas militares. Esto se observa específicamente entre 1813 y 1818, cuando se encargó de controlar los pasos fronterizos para que no pasaran las fuerzas realistas y atacarlas en el caso de que hiciera falta. Esta capacidad militar también se pudo observar en 1821, cuando José Miguel Carrera amenazó a Mendoza. Ante esta situación de tensión que generó la potencial invasión del caudillo al territorio mendocino, Neycuñan se reunió con Lemos, para entonces Comandante del Fuerte de San Carlos y Capitán de Amigos, y renovó su alianza con el gobierno mendocino. A nuestro entender esta renovación no se dio en el marco de un parlamento sino de una visita informal del cacique al fuerte de San Carlos. No solo eso, además le ofreció dos mil guerreros para defender la ciudad de Mendoza ante una eventual invasión por parte de Carrera:
La racionalidad con que sea espresado el casique Gob… me ha comunicado, y el fin de su benida, tres objetos medise lo traían el 1° ratificar con vs. la alianza que viene prestando a Mendoza, como lo a echo con los anteriores jefes, de esa capital 2° saber consentirá sus efectiva las venida de D. Jos Miguel Carrera contra Mendoza… a la 1° conteste que no tuviese la menor desconfianza que vs. ratificaría la amistad y lo amaría como lo avian hecho los anteriores gobernantes, ala 2°dige que jamas podria vs. permitir aposesionarse de la capital el enunciado Carrera que, vs. tenia a su mando mas de 4000 hombres armados para defenderla, y ausiliarlos a ellos… Fuese preciso, aesta respuesta contesto que el tenia como 2000 mosetones que todos los afestaba en defensa de Mendoza…30
Durante los primeros años de la década de 1820 se comienza a registrar entre los criollos mendocinos la necesidad de ocupar territorios al sur del diamante, para lo que proponen varias opciones, ya sea comprándoles tierras a los indígenas, ya sea mediante una avance militar. En la sociedad cuyana esta última fue una de las alternativas que más peso tuvo, al punto de invitar a Buenos Aires a atacar a los indígenas. A pesar de diversos intentos, recién se logró una acción militar de importancia en 1828, cuando José Félix Aldao con un grupo de soldados y de “indios amigos” se adentró “tierra adentro” (Doval, 1974) durante la década esta idea estuvo presente entre los criollos y entre los propios indígenas que lo veían como una amenaza31. A esta situación se le sumaron eventos conflictivos puntuales y específicos -como los casos mencionados arriba- lo que no hizo más que producir mayor malestar entre las parcialidades indígenas. Este panorama generó a su vez reacciones distintas entre los principales líderes indígenas. A pesar de su colaboración con los patriotas mendocinos, Neycuñan y Millaguin en ocasiones hicieron saber su malestar a causa de algunas acciones y opiniones que los criollos estaban teniendo hacia los indígenas, como por ejemplo la entrada de criollos que bajo el pretexto de comerciar robaban en las tolderías o estafaban a los caciques32. Este malestar existió a lo largo de los años, pero no se intensificó a causa de la política diplomática que el propio cacique y los principales funcionarios criollos llevaron adelante. A ninguno de los actores intervinientes en las relaciones fronterizas les era beneficiosa una escalada de conflicto como las que se habían vivido varios años atrás en la frontera y “tierra adentro”, debido a que esto perjudicaba tanto a indígenas como a criollos. Hacia los primeros años de la década de 1820, a la par del aumento de los rumores de posibles invasiones de los mendocinos sobre los territorios indígenas, se observa un distanciamiento de Neycuñan de los criollos mendocinos, acercándose a otros líderes indígenas, en especial al cacique Pablo Levnopan de los ranquelches o Lebeiman. Si bien la documentación no es explícita en los motivos por el cual se distanció, podemos suponer que este cambio del Cacique Gobernador se debió principalmente a las variaciones en la política fronteriza por parte de los criollos y el aumento de las hostilidades militares en la región. Esto marcó una diferencia con Millaguin quien mantuvo, no sin tener discrepancias y quejas, una relación más allegada a los funcionarios estatales de Mendoza. Si bien a partir de los primeros años de la década del 20 se produce un distanciamiento en el vínculo entre Neycuñan y los distintos gobiernos mendocinos, a lo largo de esta época nunca hubo una ruptura definitiva, sino que se siguieron manteniendo tratos relativamente pacíficos. En este contexto, no solo se fue gestando un acercamiento de este líder a otros caciques indígenas que mantenían una abierta hostilidad hacia los criollos, sino que paralelamente la frontera sur de Mendoza comenzó a sufrir con mayor frecuencia las incursiones y acciones de los caudillos Pincheira33. Esta situación no hizo más que acrecentar las tensiones existentes en la frontera, con la diferencia que ahora Mendoza solo contaba con la ayuda de Millaguin34 y con la familia Goyco35 como sus principales aliados indígenas. Otro aspecto que se puede observar es que durante estos años se registran en los documentos envíos constantes de chasques por parte de los principales caciques a los criollos. A esto si le sumamos “los rumores” y los conocimientos “tierra adentro” de las acciones de los criollos, nos dan indicios de que los principales líderes indígenas manejaban un gran caudal de información vinculada a la frontera.
MUERTE DE NEYCUÑAN Y SU VÍNCULO CON LA “TRAGEDIA DE CHACAY”
Es en el contexto fronterizo mencionado anteriormente en donde se produjo el asesinato de Neycuñan, a mediados de 1826. El causante de este acto fue un miembro de su parcialidad y a nuestro entender estuvo motivado por disputas de poder al interior de ella. La muerte del Cacique Gobernador repercutió en el mundo fronterizo ya que marcó un quiebre tanto a nivel intra como interétnico, pero también tuvo efectos a lo largo de los años que le siguieron. El quiebre a nivel interétnico se manifestó en una ruptura en las parcialidades pehuenches, además de que el asesinato de Neycuñan estuvo conectado con los eventos producidos en los campos del Chacay cuatro años más tarde. Dicha situación por un lado sumó conflictividad a la inestabilidad política que se vivenciaba en la frontera desde comienzos de la década del 20 y por el otro fue gestando el nuevo panorama político en donde se desplegarán años más tarde las campañas militares dirigidas por José Félix Aldao.
El asesinato fue cometido por Antecal, un cacique de la propia órbita de Neycuñan, y quien luego del hecho fue apoyado por el Gobierno de Mendoza, por aquel momento conducido por el federal Juan Corvalán. Entendemos que la muerte de Neycuñan a manos de uno de sus caciques puede estar trasluciendo la posibilidad de que en aquel momento existieran tensiones y disputas de poder al interior de la parcialidad de Malalhue, sumado a que no contaba con el apoyo de la totalidad de sus seguidores.
Este evento produjo un cambio en las alianzas inter e intraétnicas en la frontera sur de Mendoza y “tierra adentro”. Implicó que se fraccionase la parcialidad de Malalhue y que cada una de esta fracción busque distintos aliados. Mientras que Antecal buscó apoyo en el gobierno mendocino la facción enemiga de éste se alió a parcialidades indígenas del norte neuquino, actualizando y afianzando vínculos que tenían de antemano. El hecho fue tan importante en ese momento que el Gobierno de Mendoza le dio aviso del hecho al de Buenos Aires. En la carta enviada del 17 de septiembre de 1826 el Gobierno de Mendoza le informó que a principios del mes anterior Neycuñan y otros indígenas36 habían sido asesinados por una “revolución” encabezada por el cacique Antecal. Esto generó que los familiares del Cacique Gobernador asesinado, al mando del Raigue (primo hermano del cacique asesinado), movilizaran a los moluches37 y a los hermanos Pincheira para vengar su muerte. Ante el reclutamiento de tales fuerzas, Antecal pidió ayuda al Gobierno de Mendoza, quien si bien al comienzo dudó de brindarle la ayuda pedida termina concediéndosela, seguramente reconociéndolo como el Cacique Principal de Malalhue38. El Gobierno decidió enviar hombres armados para ayudar a Antecal, pero dicha acción fue descartada cuando este cacique se retiró con su gente hacia la frontera al amparo del fuerte de San Carlos.
Ha principios de Agosto apareció entre los Pehuenches, Indios amigos fronterizos, una insurreccion qe. después de dar fundados motivos de recelo pr. el carácter hostil que presentaba, concluyó con asecinar al Casique Gobor. Naicun qe. de muchos años á esta parte regia la Frontera con absoluta dependencia del Gobno. de Mendoza. Parece qe. los caciques relacionados en la familia de Neicun y de otros Indios muertos, mobieron álos Moluches y al caudillo Pincheira, qe. con 400 cristianos vive entre ellos, á efectos de bengar los agravios qe. habían recibido, y exaltan al mando al Casique Raigue primo hermano de Naicun. El Casique Antecal autor dela rebolucion representó al Gobno. de Mendoza el riesgo en qe. se encontraban los Indios amigos con la parte qe. efectivamente habían tomado los Moluches: prestaba completa obediencia y solicitaba un pequeño auxilio… El Gobno. de Mendoza… trató de condecender con la pretencion de Antecal…39
En la misma carta el Gobierno de Mendoza le envió el mensaje que él mismo había recibido desde la frontera:
Exmo. Sor = Acabo derecibir proprio de parte de Antecal asegurandome qe. Pincheira se acercaba a Malargue; y el propio asegura habrá ya llegado allí; y qe. Antecal lebantaba sus toldos y se retiraba con los ganados acia esta frontera. V. E. dará el merito que meresca á este aviso. Ello es qe. ntras. haciendas están expuestisimas áun saqueo irremediable, sea pr. Pincheira, ó bajo su nombre, y qe. cuando seíntente recobrarlo, no se conseguirá…40
Los escasos análisis historiográficos sobre el asesinato de Neycuñan lo abordan como si hubiera sido un evento aislado y deslindado tanto de las tensiones políticas al interior de las parcialidades indígenas como a su vez de las dinámicas fronterizas y de las relaciones diplomáticas entre los criollos y los pehuenches. Retomando lo planteado por Vellettaz (op cit.) y Chaca (op cit.), en el asesinato de Neycuñan no solo habría participado Antecal sino que además habría colaborado el cacique Chocorí41. Ante esta situación Llancamilla42, hermano del Cacique Gobernador, buscó aliarse con los caciques Neculmán, Yanquetrúz, Toriano, Anteñir y Paylaf y con el caudillo Julián Hermosilla, quien conducía a 200 “bandidos pincheyrinos” (Vellettaz, op cit., p. 577), reuniéndose en el arroyo Mocum43, desde donde atacó y mató a los caciques Antecal y Chocorí que estaban asentados en la frontera mendocina, arrasando a su vez con Malalhue. Sin embargo, no poseemos la suficiente información para corroborar o desechar estas afirmaciones hecha por los autores. Lo que sí sabemos con seguridad, en cambio, es que este suceso tuvo repercusiones tanto en el corto como en el largo plazo, manifestándose los efectos de este hecho cuatro años más tarde, cuando en 1830 se produjo el evento que se conoce como la “Tragedia del Chacay”. Si bien para los autores que abordan este último hecho es algo independiente del asesinato de Neycuñan, para nosotros no fue algo aislado, sino que por el contrario fue la concreción de un tautulum originado con el asesinato de Neycuñan en 1826. El tautulum, en el pueblo mapuche, fue una acción armada de represalia regida por el ad mapu44 (Jiménez, Alioto y Villar, op cit.), siendo un equivalente a lo que entendemos por vendetta (Boccara, 1998; Cordero, 2014). Según Jiménez, Alioto y Villar (op cit.) esta práctica involucró tanto a las víctimas y al/los victimario/s como a sus respectivos parientes y aliados políticos. A fin de saldar los daños sufridos, la parte damnificada por un asesinato tenía el derecho al realizar un tautulum de tomar las posesiones de los agraviantes. Esto fue lo que a nuestro entender sucedió en los sucesos del Chachay en 1830.
La denominada “Tragedia del Chacay” ocurrió en las inmediaciones del río Chacay (actual Departamento mendocino de Malargüe) el 11 de junio de 1830. Consistió en el asesinato del Gobernador de Mendoza, Juan Corvalán, el Coronel José Aldao y de la comitiva que los acompañaba a manos de un grupo de indígenas encabezados por Neculman, Raigue, Chocori, Mulato y Manil, entre otros. En este suceso confluyeron una gran cantidad de factores, entre ellos las disputas entre federales y unitarios y los conflictos en el mundo fronterizo entre indígenas y criollos, y en especial, tal como se adelantó, el asesinato de Neycuñan. Para abril de 1830, Juan Corvalán, de tendencia federal, se tuvo que exiliar hacia la frontera sur. Esto se debió a que a raíz de los enfrentamientos entre federales y unitarios los primeros sufrieron una derrota de importancia ante las fuerzas dirigidas por el General Paz. El triunfo de este General implicó la intervención de la Provincia de Mendoza, mandando a que ocupara el puesto de Gobernador al Coronel José Videla Castillo. Dicho panorama conllevó a que Juan Corvalán optara por dirigirse hacia la frontera sur junto a una comitiva en la que se encontraba el General José Aldao para buscar el apoyo de los indígenas, y del caudillo José Antonio Pincheira, con el fin de combatir al General Videla Castillo (Morales Guiñazú, op cit.; Doval, op cit.; Álvarez, 1986). Luego de viajar hacia el sur y acordar un previo pacto entre las fuerzas de los indígenas y de Pincheira, el 11 de junio de 1830 la comitiva de Corvalán fue atacada. A nuestro entender, el principal motivo que movilizó este ataque fue el de perpetrar un tautulum contra un importante aliado criollo de Antecal, asesino de Neycuñan. En este ataque participaron los caciques Raigue (primo hermano de Neycuñan), Neculman, Coleto, Sondeau, Mulato, Leviman, y Manil. La alianza entre estos caciques se conformó cuatro años antes con el fin de asesinar a Antecal; si bien en la documentación no encontramos indicios claros, no podemos descartar que entre Raigue y los otros caciques existieran lazos de parentesco. El ataque de los indígenas no se detuvo ahí sino que siguió y atacaron los poblados de San Rafael y San Carlos con la finalidad de apoderarse de ganado, lo que a su vez puede entenderse como una forma más de compensación, en este caso económica, de tautulum. Ante estos ataques, las fuerzas militares criollas decidieron enfrentarlos en el paraje de Chilecitos (sur de la ciudad de San Carlos, actual Departamento mendocino de San Carlos). Allí murió Raigue, mientras que Neculman, Manil, Leviman y Coleto fueron gravemente heridos45 (Morales Guiñazú, op cit.).
Decimos que los eventos ocurridos en la zona de Chacay y el asesinato de Neycuñan están íntimamente vinculados principalmente por los actores que participaron del mismo y el nivel de planificación e intensidad que implicó el ataque indígena. En cuanto a los principales actores involucrados, fueron los mismos actores que participaron en los eventos ocurridos en 1826. Para aquella época, Corvalán, quien fue uno de los asesinados en los campos del Chacay, fue el que apoyó a Antecal, principal asesino de Neycuñan. Por el lado de los indígenas participó Raigue, primo hermano del Cacique Gobernador y principal líder del grupo que atacó en 1826 a Antecal; mientras que Neculman y Coleto fueron aliados de Raigue en el ataque a las tolderías de Antecal.
Con respecto a la planificación es interesante destacar que el ataque de los indígenas se concretó recién cuando Corvalán y su comitiva estuvieron adentrados en “tierra adentro”, o sea en los territorios indígenas. Estos podrían haber atacado al Gobernador en cualquier momento de su exilio, instantes en que se encontraba en mayor desventaja militar a causa de que cuando sale de la ciudad de Mendoza lo hace con pocos hombres y es durante su viaje hasta la zona de Malalhue en donde fue reuniendo más adeptos. En cambio, Corvalán fue atacado recién cuando estuvo alejado de la frontera y de las posibilidades de ser auxiliado por las fuerzas militares asentadas en los fuertes de San Rafael o San Carlos. En cuanto a la intensidad del ataque se puede decir que no fue una simple escaramuza, sino que después de asesinar a la mayor parte de la comitiva criolla, los indígenas siguieron atacando los poblados fronterizos del sur de Mendoza.
En definitiva, es a raíz de estos datos que la llamada “Tragedia del Chacay” fue para nosotros la culminación de un tautulum de Raigue y sus aliados, en este caso Neculman y seguidores. En 1826 los familiares de Neycuñan se habían vengado de solo una parte de los agresores (Antecal y Chocori) pero no de los criollos que había colaborado en el asesinato del Cacique Gobernador, más específicamente, Juan Corvalán. Podemos agregar que otro de los asesinados en Chacay fue José Aldao. Este militar federal no solamente fue hijo de uno de los comandantes fronterizos durante el periodo colonial (Roulet, 1999-2001; 2002; 2004; 2016) sino que además era hermano de José Félix Aldao, militar que dos años antes (o sea 1828) había emprendido una campaña militar contra los indígenas fronterizos (Doval, op cit.).
CONCLUSIONES
Como se vio a lo largo del manuscrito, detenerse en el análisis de la agencia de un líder político específico implica identificar y reconstruir el contexto socio-político y las redes sociales en las que ella se situó. Esto lo vimos, por ejemplo, en la relación diplomática que mantuvo Neycuñan con otros líderes indígenas y criollos del espacio fronterizo cuyano y cómo las diferentes coyunturas y los acontecimientos políticos y sociales influyeron en sus estrategias políticas a lo largo de su vida. La prosopografía nos ha sido de utilidad a la hora de tratar de salvar el carácter fragmentario de la información, ayudándonos a vincular actores o hechos que uno puede entender en un comienzo cómo desconectados entre sí, ya se por el tiempo o la distancia. Este marco teórico-metodológico nos advierte que las formas de vinculación entre hechos y actores no siempre son lineales. A su vez nos permitió pensar el accionar de Neycuñan en tanto construcción de una red de alianzas políticas cambiantes -tanto con los criollos patriotas cómo con otros caciques como pudieron ser Pablo, Millaguin, Pañichiñe o Lebeiman, entre otros- y familiares -por ejemplo con Raigue y Llancamilla- mediante la cual pudo construir su liderazgo e influir en las dinámicas fronterizas contemporáneas o futuras a él -como puede ser su muerte y sus vínculos en los eventos del Chacay-.
Una de las reflexiones posibles al respecto es que sin ser un líder con capacidad de imponer su voluntad a través del poder y la coerción, Neycuñan logró posicionarse como un actor de gran importancia en la frontera. Sus acciones y decisiones estuvieron tensionadas tanto por la propia agencia de sus seguidores, por la autoridad, autonomía y el liderazgo de otros caciques como Millaguin y Pañichiñe -que tenían una trayectoria familiar de relevancia en el mundo fronterizo-, como por las acciones de funcionarios, militares y vecinos criollos. A pesar de esto, Neycuñan desplegó una política diplomática destinada a hacer frente a estas tensiones, buscando para esto constantemente el consenso entre sus seguidores y sus aliados indígenas y criollos.
Durante el periodo de las guerras de independencia y la desarticulación de la administración y diplomacia colonial, Neycuñan se destacó como uno de los principales líderes del pueblo pehuenche. En la época en que los patriotas llevaron adelante sus acciones contra los realistas asentados en Chile, periodo en que Cuyo estuvo gobernada por la “pax sanmartiniana” y durante los inicios de la denominada “guerra a muerte”, se puede observar que este cacique mantuvo un rol clave como intermediario étnico, actuando para mantener la paz entre las parcialidades indígenas y los criollos. Esto fue correspondido por parte de los criollos, quienes a su vez siguieron una práctica fronteriza que priorizó la paz y el fortalecimiento de los vínculos interétnicos. Sin embargo, esto cambió cuando los criollos comenzaron a plantear la posibilidad de un avance militar sobre “tierra adentro” para avanzar la frontera. Ante este nuevo panorama político, Neycuñan fue vinculándose y fortaleciendo lazos con otros líderes indígenas.
La muerte de Neycuñan podemos entenderla vinculada a posibles tensiones existentes al interior de las parcialidades pehuenches pero que tuvo repercusiones en el mundo fronterizo. Podemos suponer en un principio que dichas tensiones estuvieron asociadas a una disputa de poder al interior de la parcialidad pehuenche de Malalhue, estando por un lado Antecal y por el otro Neycuñan, o a un disgusto por parte del primero ante la política fronteriza que el Cacique Gobernador mantenía hacia los criollos y hacia otros grupos indígenas. Lo que sí sabemos es que el altercado no fue producto de una simple “borrachera”. La desaparición de este cacique generó numerosas repercusiones tanto “tierra adentro” como en la frontera. Por un lado, abolió la institución -de origen colonial- del Cacique Gobernador como figura política clave para los vínculos fronterizos. Por otro lado, implicó que se escindiera en dos la parcialidad pehuenche de Malalhue y que un grupo afianzase más sus vínculos con el norte neuquino, mientras que el otro lo hiciera con los criollos de Mendoza. Esto, a su vez, tuvo efectos en el corto plazo, con el asesinato de los caciques y capitanejos aliados de los criollos, mientras que a largo plazo desembocó en los eventos del Chacay.
El análisis del accionar de Neycuñan apunta así a colaborar con la comprensión de la construcción de los liderazgos indígenas en Cuyo y Neuquén, y del accionar de las parcialidades y las estrategias políticas que llevaron adelante para vincularse entre sí y con los criollos. Al igual que los casos analizados para Pampa y Patagonia, este cacique construyó su liderazgo a partir de la búsqueda del consenso entre sus seguidores, pero a la vez ejerció de intermediario étnico entre las parcialidades indígenas y los criollos patriotas. Además, Neycuñan también desplegó en ocasiones sus capacidades, tanto la de manipular información que circulaba “tierra adentro” y en el mundo fronterizo como la de movilizar combatientes. Nos sirve, a su vez, para cuestionar las ideas que plantean el despliegue por parte de los pehuenches de un accionar homogéneo hacia los patriotas, los realistas o los hermanos Pincheira. Al analizar detenidamente el caso de Neycuñan, no solo podemos observar que los vínculos diplomáticos entre indígenas y patriotas, si bien tomaron diversos cursos y tonalidades, fueron mayoritariamente pacíficos, sino que además visibilizan las distintas posturas que los líderes indígenas tomaron con respecto a los patriotas y a los realistas; visibilizando la heterogeneidad del accionar y las estrategias políticas de las parcialidades indígenas.
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NOTAS
1 Se emplea la denominación “tragedia del Chacay” porque así es conocida por una amplia historiografía. La idea de tragedia implica una valoración negativa del evento, pero cabe preguntarnos si esta fue compartida por todos los actores intervinientes en los sucesos acontecidos en los campos del Chacay. Mientras que para algunos fue una “tragedia” para otros no necesariamente tuvo que tener dicha carga negativa. Esto está pensado en relación a la pluralidad de sentidos que puede tener un evento de estas características, en donde se conjugan múltiples sentidos según las expectativas y objetivos de cada actor. Un ejemplo de esto puede ser la batalla de Curalaba en 1598. Si nos posicionamos desde la óptica de los mapuches, fue una victoria o un triunfo, mientras que si nos posicionamos desde la óptica española fue una derrota, un desastre o una tragedia.
2 Los Ayllarewe según este autor (Zavala Cepeda, 2008) fueron un tipo de organización política de los mapuches, compuesta por nueve rewes, o sea nueve parcialidades. Estos rewes fueron organizaciones políticas-familiares locales que reunieron a varios patrilinajes. Al reunir nueve rewes, los Ayllarewes reunieron a su interior una serie de caciques y capitanejos, los cuales estuvieron bajo la “dirección” de un cacique general. Por otro lado, esta organización fue denominada por los españoles como “reducción” o “provincia”.
3 El capitán José Francisco de Amigorena fue nombrado en 1778 Maestre de Campo de las Milicias de Mendoza y San Juan y en 1781 Comandante de Frontera y Armas de Mendoza. Algunos años antes, en 1771, había sido nombrado Capitán de la Compañía de Caballería y Milicia del Partido de Abajo (Roulet, 2002).
4 Nombre con el cual se conocía para la época del siglo XVIII y comienzos del XIX la actual región de Malargüe.
5 En la documentación, en especial del periodo colonial, también suele aparecer como Millanguir.
6 Según Meinrado Hux (2007) este cacique fue hermano de Butacolemilla, conociéndoselo como Colemilla “el menor”. Podemos suponer que a Pichicolemilla también se lo conocía simplemente como Colemilla. Esto se ve reforzado con la aparición, en el acta del parlamento entre pehuenches y puelches con los mendocinos en 1805 (Roulet, 2016), de Colimilla como Cacique Gobernador. Esta aclaración es de importancia ya que durante el periodo que trabajamos encontramos en numerosas ocasiones a un sujeto llamado Colemilla, quien aparece bajo la categoría tanto de cacique como de capitanejo respondiendo a caciques como Millaguin. Es por esto que cuando hablemos de Colemilla entendemos que es el mismo Pichicolemilla. Igualmente, creemos que el análisis de su agencia política merece el desarrollo de un artículo específico.
7 AGN, Sala X; 41-1-2; Documento 61. 8/5/1811. Este documento es un informe presentado por José Ferrari, confeccionado a pedido de la Real Hacienda, en el cual se deja constancia de un listado de las raciones otorgadas a los “indios amigos”.
8 La Gaceta de Buenos Aires. 19/6/1812. (Junta de Historia y Numismática Americana, 1911).
9 AGPM, PI; Carpeta 243; Doc. 1. Folio 28 y 29. 12/8/1819. (Pavez Ojeda, 2008, pp. 150-151).
10 Según lo expresado por Dionisio Chaca (1964), la carta de la cual se sacó este extracto fue enviada por el Comandante de Frontera, José de Susso, al Gobernador Intendente, Alejo Nazzarre, desde el fuerte de San Carlos y está fechada el día 3 de abril de 1813.
11 Además, en este documento se pueden observar indicios de las comunicaciones que las parcialidades pehuenches mantenían con la región de Chile, utilizando el boquete del Planchón.
12 AGPM, PI, Carpeta 243, Doc. 103. F. 64. AGPM, PI; Carpeta 243, Doc. 105, F. 30. Diciembre de 1820. Para la residencia de Yanquetruz, ver Jorge Velazco (1937) [1833] y Meinrado Hux (2007).
13 Las tolderías de este cacique fueron ubicadas en varias ocasiones sobre el río San Pedro, nombre dado al río Malargüe (Chaca, 1964; Roulet, 1999-2001). Este nace del río Torrecillas, quién a su vez tiene origen en la laguna Malargüe y desemboca en la Laguna de Llancanelo.
14 Además, hay que destacar el rol relevante de los boquetes cordilleranos del Planchón y del Maule, no solo porque servían de pasos para el flujo de personas entre ambos lados de la Cordillera de los Andes, sino que también los valles intercordilleranos oficiaban de lugar de asentamiento de tolderías durante el ciclo de veranada-invernada. Es notorio el vínculo que se estableció entre la región del Malalhue y la cuenca del río Grande. La cuenca de este río ofició tanto de lugar de veranada en donde los indígenas asentados en Malalhue engordaban sus ganados como también zona de tránsito y de refugio ante posibles ataques de parcialidades enemigas.
15 Para el parlamento de 1814 encontramos en una nómina un total de catorce caciques y siete capitanejos: (Caciques) Neycuñam, Millatrin, Carripil, Lignancu, Paillayan, Calbical, Cathituen, Mañqueliu, Huirriñancu, Neyulem, Antiñan, Lincoñam, Caniuman, Llamiñamcu; (Capitanejos) Lemunila, Antical, Lebianty, Reyñamcu, Huemical, Llamcan y Millatur. Como se puede apreciar, aquí no aparecen caciques de relevancia política para la época, como puede ser Millaguin, Pañichiñe, Pichicolemilla o la familia Goyco. La ausencia de estos nos estaría sugiriendo que en este parlamento con los patriotas solamente participaron los caciques y capitanejos de la parcialidad que respondía directamente a Neycuñan. Con respecto al parlamento de 1816, lamentablemente no tenemos información suficiente para estimar el total de participantes, pero según Miller participaron aproximadamente dos mil indígenas (Miller 1997 [1828]).
16 AGPM, PI; Carpeta 234; Doc. 51. 28/9/1813 (Pavez Ojeda, 2008, pp. 124-125) y AGPM, PI; Carpeta 762; Doc. 16. 29/9/1813.
17 AGPM, PI; Carpeta 234; Doc. 51, F. 1-2. Francisco Inalican al Gobernador de Cuyo. 28/9/1813, fuerte de San Carlos.
18 Militar realista que ocupó el cargo de Gobernador de Chile luego de la recuperación por parte del ejército español de Chile durante 1814 a 1817.
19 También intervino la cacica María Josefa Roco, hermana de Pañichiñe.
20 AGPM, PI; Carpeta 236; Doc. 1. 3/1/1815; AGPM; PI; Carpeta 237; Doc. 2. Folio 3-4. 12/1/1815; AGPM, PI; Carpeta 237; Doc. 2. Folio 5. 23/1/1815.
21 AGPM, PI; Carpeta 237; Doc. 11. Folio 8. 5/2/1815.
22 AGPM, PI; Carpeta 237; Doc. 11. Folio 8. 5/2/1815.
23 AGPM, PI; Carpeta 23; Doc. 3. N° 475. 14/4/1816.
24 AGPM, PI; Carpeta 239; Doc. 35. 11/5/1816.
25 AGPM, PI; Carpeta 239; Doc. 35. 11/5/1816.
26 AGPM, PI; Carpeta 239; Doc. 36. 16/5/1816.
27 AGPM, PI; Carpeta 240; Doc. 17. F. 12-14. 20/5/1816.
28 “Los Caballos del Estado qe. han servido para la recojida de las 400. Yeguas prometidas al Govor. Neycuñan, las remitirá V. a Teodoro Leiton para qe. los incorpore a los demas del Estado qe. tiene a su cargo…”. José de San Martín a José de Susso. 27 Mayo de 1816.
29 AGPM, PI; Carpeta 444; Doc. 16. F. 4.
30 AGPM, PI; Carpeta 243; Doc. 65; F. 15. 15/5/1820. José León Lemos al Gobernador de Cuyo, fuerte de San Carlos.
31 Diversos fueron los debates en torno a una necesidad de avanzar militarmente sobre los territorios indígenas, como se pueden observar en las Actas de la Legislatura de Mendoza (Academia Nacional de Historia, 1988), planteadas durante la década de 1820. Estas propuestas fueron la antesala de la campaña militar de 1833. AGPM, PI; Carpeta 123, Doc. 5. 8/1/1823. Paralelamente a los debates que se daban entre los criollos Millaguin mandaba mensajeros para que el Gobierno de Mendoza les diera explicaciones sobre el tema: “…llegan el Indio Colimilla con el Indio Llallin, enbiados por el Casique Miilaguin los qe. dicen qe. por haber llegado un Casique; el qe. no nombran ni dicen de que lugar es elqual, hiso una junta de Casiques en Mal argue hiles anunsia qe. en Mendoza se preparaban para hir amaloquiarlos que sin embargo los Casiques de Mal argue no an dado credito pero qe. piden con el termino de dies dias… Al Capitan de Amigos… el qe. conosen por tale pa. tratar con ese Govno. de lo qe . parte…”. AGPM, PI; Carpeta 498; Doc. 26. 14/8/1823. Pedro José Aguirre al Gobernador de Cuyo, Los Alamos.
32 “…El casiqe. Govor. demanda al mismo Ruis pr. quatro reses qe. ha arriado el campo. y suplica a VS. nopermíta entre este sugeto a sus tierras…”. José León Lemos al Gobernador de Cuyo. AGPM, PI; Carpeta 444; Doc. 16 F. 20. 15/11/1818, fuerte de San Carlos.
33 Los hermanos Pincheira fueron cuatro hermanos (Antonio Pincheira, Santos Pincheira, Pablo Pincheira y José Antonio Pincheira) que actuaron como caudillos de montoneras nacidas durante la denominada guerra a muerte. Desplegaron su actividad principalmente en Chile, el norte de Neuquén, sur de Mendoza y Buenos Aires. Si bien comenzaron enarbolando la bandera realista esta postura se fue modelando según los pactos y la diplomacia entablada con los principales agentes patriotas. Durante los años que desarrollaron sus acciones buscaron lograr alianzas con las distintas parcialidades indígenas, las cuales fueron alianzas fluctuantes y negociadas constantemente (Mazza, 1990; Villar y Jiménez, 1996, 1997; Villar, 1998; Fernández, 2000; Varela y Manara, 2000; Bechis, 2001; Ratto, 2005; Manara, 2010, 2011, 2018).
34 Uno de los tres caciques principales de los pehuenches de Malalhue, hijo de Ancanamun. Los otros dos eran Neycuñan y el otro Pañichiñe. El primero se estaba distanciando de los criollos mendocinos mientras que el segundo murió en 1820.
35 La familia Goyco era una familia de distintos caciques y capitanejos “puelches” que habían colaborado tanto con los hispanos durante el periodo colonial como con los criollos patriotas durante la primera década del periodo revolucionario. Estos estuvieron asentados tanto dentro del fuerte de San Rafael como en sus inmediaciones.
36 En la documentación no se especifica quienes ni cuantos indígenas murieron.
37 La documentación no especifica quienes son los moluches ni da nombres de sus caciques; solamente menciona que estaban junto a los Pincheira.
38 Si bien esta discusión merece un artículo específico, entendemos la diferencia entre Cacique Gobernador y Cacique Principal como formas criollas de entender y clasificar las jefaturas indígenas. El Cacique Gobernador tendría el sentido otorgado desde el periodo colonial mientras que el Cacique Principal o los Caciques Principales serían los líderes que más pesos tenían al interior de las parcialidades luego del Cacique Gobernador. Asimismo, el Cacique Gobernador, valga la redundancia, gobernaría sobre un conjunto de Caciques Principales que representaban a distintas parcialidades.
39 AGN, Sala X, Carpeta 5-6-2; División Gobierno Nacional. Gobierno-Mendoza. Doc. 73. 17/9/1826.
40 AGN, Sala X, Carpeta 5-6-2; División Gobierno Nacional. Gobierno-Mendoza. Doc. 73. 17/9/1826.
41 En la documentación analizada en ningún momento se menciona a este cacique, ni siquiera aquella que habla directamente sobre el asesinato; solamente lo vincula al hecho Meinrado Hux (2007) y Rafael Vellattaz (1970). Si diéramos crédito a este dato, en un principio podríamos suponer que se está haciendo referencia al padre de Sayhueque. Pero esta suposición es descartada si seguimos los planteos de los mismos autores a causa de que Chocorí, al igual que Antecal, habría sido asesinado por la represalia llevada adelante por los familiares de Neycuñan y sus aliados y, por lo que se sabe, el padre de Sayhueque tuvo una activa participación política en fechas posteriores a 1826. A raíz de esto, las únicas opciones que restan es suponer o que fue un cacique con el mismo nombre del padre de Sayhueque o que este Chocorí fue el padre del manzanero y que no fue asesinado en 1826.
42 También se puede encontrar bajo el nombre de Llanca-Milla o Llancan.
43 Según Vellettaz (1970), este río actualmente se lo conoce como río Agrio. Esto nos llama la atención porque el río Agrio que conocemos tiene su naciente en el Volcán Copahue, lo cual está un poco más al sur de las actividades y flujos de estos Caciques.
44 El ad mapu habría sido un conjunto de reglas que regulaban la vida del pueblo mapuche (Jiménez, Alioto y Villar, 2018).
45 AGN, Sala VII; Fondo José J. Biedma; Carpeta 1042. 28/6/1830.
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